El pavo bronceado, es originario de Norte América, y fue desarrollado y mejorado para la producción de carne. Puede llegar a pesar hasta 15 kilos, y es la típica ave que se consume en vísperas navideñas de esa región.

Es de un plumaje negro brillante. En algunos casos con pequeñas tonalidades grisáceas y blanquecinas, matizando sus oscuras plumas. Tiene tonos rojizos en la cabeza, pecho y cuello. Es muy parecido al pavo salvaje, pero de un tamaño mucho mayor.

Es una especie bastante resistente y que pueden compartir espacios sin problemas con otras aves de corral. Sin embargo su etapa más delicada en cuanto a cuidados de salud, es cuando son polluelos, en cuyo desarrollo se sugiere mantenerlos apartados de otras especies para evitar enfermedades.

Especial atención hay que dar a los machos, sobretodo en etapa de celo, ya que pueden adquirir un comportamiento agresivo hacia otros machos o criaturas de similar tamaño, protegiendo su territorio y a sus hembras de forma obsesiva.

Conviene que el criador o criadora mantenga siempre una cercanía frecuente hacia estos pavos, para lograr que los machos omitan el comportamiento agresivo en época de celos.

Podría decirse que los machos son bastante «rencorosos» cuando tienen algún enfrentamiento con uno de sus pares, y volverán a pelear cada vez que se encuentren. En este caso, se hace conveniente mantenerlos separados el mayor tiempo posible, para evitar que se dañen entre sí.

Las hembras al contrario, son de un carácter más dócil, pero protegen fuertemente a sus polluelos de otras aves de corral. Por lo demás son muy buenas madres y también nodrizas, pudiendo incubar incluso huevos de gallina si el criador se lo facilita o encuentran el nido adecuado.

En libertad, prefieren nidos escondidos a ras de suelo y protegido con pequeños arbustos o abundante vegetación, pero no se hacen mayor problema incubar acomodándose en un rincón del corral, con la sombra y privacidad suficiente.