Tal como lo indica su nombre, el pavo blanco de Holanda es de origen holandés y tiene un plumaje completamente blanco. A veces presentan un pequeño y grueso «mechón» de crines negros en su pecho.
Posee tintes de color rojo en su cabeza, cambiable en blanco azulado
Pueden llegar a pesar hasta 20 kilos en el caso de los machos. Las hembras, a pesar de ser más livianas, poseen muy buenas cualidades de postura.
Sus huevos son de color claro con pequeñas pintas de color café a modo de pecas, y pesan entre 70 y 90 gramos.
En la década de los 60 por la necesidad de contar con una especie doméstica, de mayor peso y tamaño para la producción de carne, el Pavo Blanco de Holanda fue mezclado con la raza Bronceado, obteniendo una especie blanca de pechuga ancha, que hasta hoy en día se cría en grandes cantidades para su explotación comercial.
Al igual que otros pavos domésticos, pueden compartir su habitat con otras aves de corral sin problemas. Sin embargo, en la época de celo los machos suelen ser particularmente agresivos.
Las hembras protegen firmemente a sus polluelos, sobretodo de otras aves como las gallinas u otros de su especie.
Aunque no está calificado propiamente como «ornamental», su limpio plumaje resulta digno de apreciar en cualquier paisaje, destacando entre otras especies cuando son criados en conjunto.
Bastante adaptables a distintos ambientes de crianza y espacios, aunque prefieren los prados verdes y frondosos. En especial cuando las hembras buscan donde acomodar su nido cuando llega la primavera.
Estas aves de corral suelen tener un comportamiento bastante dócil cuando cuentan con suficiente espacio. Un comportamiento que parece demostrar gratitud si se les libera del estrés de los espacios reducidos.
A pesar del blanco de su plumaje, este suele mantenerse limpio por la lubricación y acicalamiento que practican, complementado con los aceites naturales que emanan de su piel.